En la vida, hablando en general, acudimos al médico cuando algo va mal en nuestra salud física, y al psicólogo cuando ese trastorno afecta a nuestra salud psíquica. Con ello tratamos obviamente de alejar de nosotros determinadas fuentes de sufrimiento.
Pero hay mil situaciones en el día a día que no requieren la ayuda de esos profesionales y que en realidad son la mayor fuente de nuestros sufrimientos y de nuestras emociones negativas.
Los ejemplos son muy numerosos y todos podríamos hacer una larga lista con ellos. Esa discusión con tu pareja que te deja maltrecho/a para todo el día, o para más tiempo. Ese enfrentamiento con tu hijo/a de forma más o menos frecuente. Ese trato que recibes habitualmente de parte de determinadas personas y que te hace sentirte mal casi cada día. Esa pérdida, o abandono, o alejamiento de un ser querido que no eres capaz de encajar. Esas ofensas o agresiones que recibes de palabra o de obra en distintos ambientes (familia, trabajo, amigos, compañeros, políticos, religiosos, etc). Esa economía que no te permite llevar la vida que quisieras, y quizá a veces hasta te hace pasar estrecheces a ti o a los tuyos. Ese o esos hechos que ocurrieron en el pasado y que, lo quieras o no, te hacen sentirte mal en tu presente con solo recordarlos. Esa incertidumbre y esa preocupación que te inunda y que hasta puede que no te deje dormir sobre algunos aspectos de tu futuro. Ese acontecimiento del que ya ni te acuerdas, pero cuyas consecuencias negativas están presentes en tu vida de cada día sin que lo puedas evitar.
Podríamos seguir enumerando escenarios que, de una u otra forma, son generadores del enemigo público número uno de tu vida y de la de todo ser humano en esta sociedad que hemos creado: el ESTRÉS.
Y esas cosas, cuyo origen es fundamentalmente mental, y más propiamente emocional, siempre acaban pasando factura en lo físico en la segunda mitad de la vida. De hecho hoy se sabe que el 90% de nuestras enfermedades son de origen psicosomático.
Y dime si el médico o el psicólogo pueden hacer que esas cosas que hemos enumerado no ocurran, o al menos que no te afecten. Seguramente has vivido o te han contado de alguien que fue al médico con este o aquél dolor o síntoma negativo, y el médico, tras hacer los oportunos análisis y chequeos, le dijo que no encontraba nada que funcionara mal. Y es que no son enfermedades del cuerpo sino del “alma”, aunque se reflejen en el cuerpo.
Entonces, si esos profesionales no pueden hacer nada para que dejemos de sufrir, ¿a qué especialista hay que acudir para salir de esa situación en la que vivimos inmersos?
Solo hay un especialista. El único que es especialista en ti: TU MAESTRO INTERIOR, TÚ MISMO. Y las herramientas que te pueden permitir sortear todas esas situaciones se pueden aprender. La Programación Neurolingüística Transpersonal y Cuántica (PNL-TQ) las pone a tu disposición.
Si quieres saber cómo ser más dueño/a de ti mismo/a, cómo controlar tus pensamientos y tus emociones, cómo tener más autoestima y quererte más, cómo mejorar tus hábitos y tus costumbres, cómo descubrirte a ti mismo/a y saber quién eres en realidad, cómo no verte afectado por los acontecimientos y las personas que te rodean, cómo descubrir y gozar de la verdadera libertad, cómo conducir tu vida por caminos de auto-realización y de paz…
Si quieres lograr todo eso, y mucho más, esta puede ser tu oportunidad.
Mira. La PNL no es la panacea que todo lo cura. Quien te diga eso te engaña. Yo siempre digo que no es ni lo único ni lo mejor. Lo que la PNL hace es ofrecerte una serie de recursos que te van a permitir cuatro cosas:
1.- Conocerte mejor a ti mismo y a los demás. Lo cual se dice pronto pero tiene una profundidad infinita.
2.- Descubrir los también infinitos, y en gran parte desconocidos, recursos que trajiste al nacer, y aprender a manejarlos
3.- Construir unas relaciones armónicas con las personas y situaciones que te rodean
4.- Poder ayudar a otros a alcanzar esos mismos objetivos
En definitiva, la PNL-TQ te ayuda a
¡SER FELIZ!
Pero no es la PNL-TQ la que lo va a hacer por ti.
Ella es sin duda la mejor y más completa pedagogía hoy existente para ayudar a producir esos cambios,
pero no es ella la que los produce. ¡Eres TÚ!